Comentario
En la corte alfonsí no se iluminó ninguna obra religiosa de carácter litúrgico, como en las cortes occidentales del momento, en las que los monarcas se procuran ante todo de poseer lujosamente iluminados salterios, en primer lugar, y luego otros textos litúrgicos. En Castilla habrá que esperar a la llegada de los Reyes Católicos para que con la influencia de la pintura y miniatura flamencas penetre este tipo de libros: salterios, breviarios y libros de horas. En las "Cantigas de Santa María", Alfonso X se ocupó de componer un texto poético con unos 400 poemas dedicados a la Virgen que en su mayoría cantan sus milagros. La Virgen es presentada, siguiendo a san Bernardo y a otros teólogos mariológicos, como la nueva Eva, elemento insustituible para la Encarnación de Cristo y activa participante en la vida del Hijo, llegando a existir una "compassio Mariae", o pasión paralela a la de Cristo.
Pero en la mayoría de los poemas la Virgen es la Abogada e intercesora de los pecadores que, gracias a la oración, pueden obtener la salvación de su alma, en casos muy variados y pintorescos que nos muestran todo un escenario de la vida en Castilla en él siglo XIII. Pero aquí no tratamos del contenido de los textos (tanto en las cantigas decenales o de loor, que se ocupan de la Encarnación de Cristo y de su vida hasta su pasión, como en las cantigas de milagros) sino de sus miniaturas. Sin duda las "Cantigas" constituyen la obra más importante de la miniatura gótica española, y uno de los capítulos más destacados del arte español.
Me refiero a una de sus versiones, el llamado "códice rico", cuya primera parte se conserva en El Escorial (Ms.T.I.l.), y la segunda, inacabada, en Florencia (Biblioteca Nazionale, Ms.B.R.20). El "Códice rico" es un libro excepcional ya desde el propio diseño de las miniaturas preparadas para ser exhibidas, con el libro colocado en un atril, en la capilla palaciega. Las miniaturas ocupan una página de gran tamaño (a veces dos, a modo de díptico) y están divididas en viñetas (generalmente seis a excepción de la primera cantiga, en donde hay ocho viñetas por estar dedicada a invocar a María en sus ocho Gozos) que muestran en diversos episodios el argumento central de cada cantiga.
Se han hecho numerosos estudios en los últimos años sobre la relación texto-imagen en este códice olvidándose, quizá, que junto a éste, en donde existe sin duda una relación entre ambos, bien sea directa u oblicua, hay otro Códice de las "Cantigas" (Escorial, Ms.b.I.2.). Sus cuarenta miniaturas, que siguen a la imagen de autor, se corresponden con las cantigas decenales y se acompañan por unas miniaturas que no guardan ninguna relación con el texto sino que evocan la música. Esta acompaña también a los poemas, por medio de la representación de músicos y sus instrumentos, constituyendo estos últimos uno de los capítulos de la enciclopedia del saber alfonsí y uno de los manuscritos europeos más importantes por sus imágenes en la historia de la música medieval.
El esplendor artístico del "códice rico" de las "Cantigas" (Escorial TI 1. y Florencia, B.N. B.R.20) se aprecia con toda su magnificencia con el códice abierto en esas páginas en que se complementan las miniaturas de dos folios consecutivos -verso y recto- a modo de un díptico de doce viñetas. Pero para valorar su calidad pictórica y su preciosismo hay que acudir a la visión minuciosa y a la fotografía detallada. La técnica con la que se pintó el "códice rico" es la propia de un miniaturista en el sentido moderno del término. No es la iluminación, tan frecuente en la ilustración parisina e inglesa contemporáneas, en las que hay un derroche de colores planos que llenan el perfil de las figuras y que se aplicaban sobre una espesa capa de preparación sobre el pergamino, siendo muy abundantes los panes de oro y el costoso azul de ultramar. Aquí se pinta sobre el fondo blanco del pergamino y éste colabora en los efectos tonales del conjunto. Las pinturas de nuestro códice no utilizan nunca colores planos sino muy matizados y en los efectos volumétricos de las figuras, con auténticos escorzos tridimensionales, participan directamente los tonos blancos del fondo que los pintores utilizan con plena conciencia.
Además, el "códice rico" fue concebido como conjunto, como objeto artístico total, destinado a ser exhibido, abierto y colgado en un atril, en la capilla de palacio o en la biblioteca regia. Tanto en este caso, como en la otra obra primordial alfonsí, el Lapidario, resultante también de un diseño elaborado, el códice no pudo ser obtenido sino tras un proceso de creación y elaboración por parte de un artista plástico -un pintor- con gran sensibilidad visual. En ambos casos existe una interrelación entre el texto y la miniatura, pero sobre todo en el "Lapidario", en donde las ilustraciones aparecen intercaladas con aquel. En el "códice rico" de las "Cantigas" se aprecia más bien una yuxtaposición, pues la organización de las páginas del texto no se intercala en absoluto con las miniaturas. Tanto en un caso como en otro existen testimonios de titubeos y tanteos en el diseño inicial hasta obtener el sistema deseado: en el "códice rico" se trata de la presencia de ocho viñetas en la primera cantiga (Escorial, Ms.T.1.1.) relacionados con los ocho Gozos de la Virgen, y de seis viñetas en las restantes cantigas. En el "Lapidario" (Escorial, h.I.15) se trata de variaciones secundarias dentro de una concepción global del diseño del códice, pero esas variaciones secundarias se muestran solamente en el "Primer Lapidario".
Tanto en el "códice rico" como en el "Lapidario" el diseño total del libro alcanza su culminación en el efecto de la doble página como conjunto, rasgo común con otros libros cortesanos del siglo XIII destinados a ser exhibidos espléndidamente abiertos sobre un atril en un interior palaciego. Es el mismo efecto que se buscaba en las Biblias Moralizadas parisinas, en las Biblias boloñesas algo más tardías, y en una de las Biblias del Reino Latino de Jerusalén. En todos estos códices el libro va escrito a dos columnas y el título del capítulo correspondiente figura en lo alto de la página. Existe además un cierto parecido entre la doble página de las "Cantigas" (Escorial, T.I.1) con sus doce viñetas y las "Tablas-relicario de Alfonso X", conservadas en la catedral de Sevilla. En todos estos casos se trata seguramente del mismo fin: proporcionar numerosos compartimentos para alojar en ellos narraciones complejas en numerosos episodios.